domingo, 31 de agosto de 2008

Consejos para principiantes e intermedios

Articulos de Tanguillo publicados en Tangoscopio

Publicado el 27 de Abril del 2008

No necesariamente todos los que van a la milonga saben bailar. Algunos de hecho ni siquiera saben lo que es el tango, y muchas veces el que vayan al recinto donde el tango se convierte en danza tiene que ver más con un deseo de expedición antropológica que de diversión.

Y eso no está mal, al contrario, es elogiable. Pero, dependiendo del cuidado que se demuestre con respecto a las costumbres del lugar, el elogio puede convertirse en una reconvención, tal vez en un reproche, y hasta en una bien puesta puteada si nuestro explorador antropológico actúa con el sentido común de un troglodita, o peor, del típico turista (nótese el uso de la palabra “típico”).

Prevenir es mejor que curar decía, mi abuela mientras ponía llave a la puerta de la habitación en donde se encerraba tardes enteras conmigo, para evitar travesuras. Así terminé aprendiendo las delicias del tejido crochet, mientras tejía una y otra vez zoquetitos (en realidad, uno solo, que se destejía y tejía para “no desperdiciar lana”). Pero esa es otra historia (la de mi fetichismo con la lana y el punto Picot) que no viene al caso. Lo importante es que imitaremos a mi abuela, (en su actitud, ya que no en su accionar carcelario), y nos aprenderemos algunas reglas básicas que nos permitan salir bien parados de la incursión al santuario milonguero.

La pista es para bailar, no para conversar:
Nunca está de más recordarlo, porque es un error bastante común y de los más molestos: una o varias personas paradas en la pista, en lo que ellos creen es un lugar adecuado simplemente porque los bailarines los están esquivando. Gente, no es una disco. Uno no se para a hacer sociales o a mirar al lado de los que bailan. Y se baila en toda la extensión de la pista, cuyos límites son, en la mayoría de los casos, los lugares donde empiezan las mesas. O sea que si te parás a charlar en algún lado, debe ser de donde empiezan las mesas, para atrás. Hay excepciones, milongas en las que no se puede circular por entre las mesas, y por lo tanto es necesario hacerlo por los bordes de la pista. La palabra clave aquí es circular. Podés en el caso de estas milongas usar la pista para ir a algún lado, siempre por el costado y jamás cruzándola, pero no podés ubicarte estáticamente en ella. Quitás espacio de desplazamiento a los bailarines, algo siempre escaso.

La pista es para bailar, no para “jugar”:
Ciertamente, si bailar con la mejor intención pero sin saber sería un error, mucho mas lo es entrar a la pista en plan de “gracioso”. No solo lo que hagás en esa actitud te va a dejar mal parado sino que todo lo que pensás que remotamente puede causar risa, ya ha sido hecho antes: bailar tango como si fuera tango europeo, bailarlo como salsa, bailarlo de forma exagerada, etc, etc. No solo vas a quedar como un tarado, sino como un tarado nada original. Y lo que es peor, podés llegar a molestar a las personas que si bailan, lo cual te puede acarrear problemas, y hasta que te saquen de la milonga.

La pista es para los que saben:
Es natural la tentación en la visita a la milonga de sumar la experiencia de ingresar a la pista para dar unos pasos, especialmente si antes tomaste una clase aprendiendo quizá el paso básico. Esta intrusión sería verdaderamente desaconsejable (y no, una clase no basta para saber como moverse en la pista).El tango de salón, el que se baila en las milongas, es una danza que requiere un constante desplazamiento. Para que esto se pueda conseguir en un limitado espacio, los bailarines se mueven como un conjunto. Ese movimiento tiene sus códigos y secretos. Esto hace que en el tango, a diferencia de otros bailes, si alguien baila mal no solo lo afecta a el o a su ocasional pareja, sino que molesta a los demás, no solo por el dolor estético que se puede producir al verlo, si no porque se pueden producir golpes, empujones, y hasta pisotones, que con un taco aguja créanme que no es cosa menor. Eso sin contar que un milonguero te puede terminar increpando en la misma pista de la peor manera, y con razón, si golpeaste a su pareja, aunque fuera sin intención.Así como no estaría bien visto probar la hostia en misa si no sos cristiano, hacer las oraciones en la meca sin ser musulmán, o circuncidarte si no sos judío (bah, que se yo, podés probar a ver que te dicen), del mismo modo explorar ciertas experiencias podría ser negativo, y sus consecuencias, mayores incluso que las que podrían tener las antes mencionadas.

Cuidado con las filmaciones y/o fotos:
A la gran mayoría de los milongueros les agrada la exposición. En consecuencia no suelen hacerse gran problema con que les saquen fotos o los filmen (los bailarines en cambio suelen ser mas quisquillosos, no vaya a ser cosa que les copien los pasitos). Sin embargo, no esta de más ser cuidadoso y discreto a la hora de sacar una cámara. Hay organizadores que no les gusta las filmaciones o quieren lucrar con ellas (me pasó que me quisieran cobrar un vez que estaba sacando fotos en una milonga del centro), y hay lugares, como ser milongas gays o prácticas especiales, en donde no está bien visto, o directamente no está permitido sacar fotos o filmar. Así que ante la duda, mejor preguntar.

Prestar atención a las pilchas:
Mas allá del estilo particular de cada uno, creo que en general cuando uno va a conocer un lugar, no es la idea resaltar de una forma que quede en evidencia su caracter de foráneo. Es por eso, que minimamente intentar adaptar nuestro vestir para no resaltar como anchoa en budín inglés. Claro, nunca falta el rebelde que se viste “como quiere”, pero me gustaría verlo caer a una fiesta punk-rock vestido de lacoste y zapatos nauticos. Después de eso charlamos.En todo caso, para el caso de las milongas, con un elegante sport en general ya se zafa en la mayoría. De todos modos, obviamente, nunca está de más averiguar la onda del lugar antes de ir.

Conclusión
Atendiendo muy pocos detalles, tu primera vez en una milonga puede ser mucho mas placentera para todos. Desde ya que estos consejos son generales, hay algunas milongas que tienen sus códigos mucho mas relajados, otros son mas estrictos, pero en general, atendiendo esto consejos vas a poder hacer una muy digna visita.

Y ahora una pregunta: ¿Alguien vió alguna actitud que no está aquí en la gente que por primera vez va a una milonga?

Publicado el 05 de Mayo del 2008

La práctica dió su fruto, y el visitante de las milongas se convirtió en un asiduo asistente, sus dubitativos primeros pasos se convirtieron en complejas y (mas o menos) elegantes figuras y su ignorancia de la cultura milonguera está desapareciendo reemplazada por experiencias que lo curtieron para que se vaya convirtiendo en un milonguero de ley. Digamos que cada vez la tiene más clara. Pero siempre hay algunos detalles que está bueno aclarar y/o recordar

No lo dejés pagando
Este regla va mas bien para las chicas. En general, es costumbre bailar la tanda entera de tangos antes de irse a sentar (salvo en las prácticas, donde no suele haber tandas, o al menos pausa entre ellas). Si terminan antes es porque el baile fue muuuy feo, y algún integrante de la pareja (generalmente la mujer) prefirió cortar antes el baile. Es decir, dejar de bailar antes de la finalización de la tanda (salvo que sea, digamos, por algún asunto que requiera internación urgente) es una cortada de rostro, lisa y llana. Es de hecho peor a decir que no a una invitación, porque significa que te tachan con conocimiento de causa. Es como expresar: “Mirá lo intenté, pero no va, no aguanto dos tangos mas con vos”. O sea, feito. Por eso mujer, pensá bien antes de aceptar, para que no te veas en una situación así, en la que un ego masculino saldrá malherido (a menos, claro, que seas de las que les encanta hacer eso) .

Pero si no queda otra…
¿Viste que en general, cuando no querés mas mate decís gracias? Bueno, se usa lo mismo en la pista. Si no te queda otra que irte a sentar porque estar en los brazos de tu pareja de turno es un suplicio que no se lo deseas ni a la que te piso con el taco aguja de 15 cm., un “¡Muchas gracias!” poniendo tu mejor cara de simpática es la salida preferible. Si ponés una excusa (tipo “Opa! me tengo que ir a sentar porque tengo un tirón en el músculo esternocleidomastoideo”) que no sea tan creíble, no vaya a ser cosa que efectivamente la crea y te invite de nuevo cuando considere que superaste el problema. Mujeres, hay veces que no queda otra que romper el débil, tierno y frágil corazoncito masculino (pobres de nosotros tan sufridos).

Cuidadito con el bis
Tradicionalmente, los milongueros van rotando en la elección de parejas de una tanda a otra. Y tradicionalmente, que una mujer sea elegida dos veces seguidas por el mismo bailarín, suele tener una connotación de acometida galante, o sea, a la fémina le están tirando los galgos. Y que la mujer acepte suele dar pié en el milonguero aceptado a pensamientos del tipo “¡Por fin se me dió!”, “Epa! Mirala vos, parecía dificil”, “¡Ajá! Listo el pollo y pelada la gallina”, “Soy un grosso, papito no podía fallar”, etc, etc. según sea la personalidad del galán en cuestión.Es verdad que este código no se respeta en situaciones como que haya amistad entre los bailarines, o se esté bailando en una milonga con códigos muy relajados o con muchos principiantes. Pero en general habrá que tener un cierto cuidado con repetir muy rápido respecto tanto a las invitaciones que se hacen, como a las que se aceptan.

Guarda con la precocidad
Tomate tu tu tiempo
. Eso es vital. Date tiempo para entrar en sintonía con el lugar. Al llegar a un milonga, fijate que códigos se cumplen, que tan ordenada es la pista, quien baila bien, y quien no. Una vez que tengás elegidas a tus posibles parejas, fijate si están acompañadas, espera que suene la música apropiada para sacarlas a bailar. Eso dependerá de tu estilo y gustos personales, pero en general no es buena idea que la primera con tanda con una persona desconocida sea, por ejemplo, a ritmo de milonga. Un Caló o Pugliese suelen ser mejores opciones.Y para volverla a invitar, en general, es mejor no apresurarse. Si gustó tu baile no esta mal que te deseen un poco, y si no le gustó, mejor no atosigar.

Escuchá a la orquesta!
Este es un error que he visto con demasiada frecuencia. Gente, cuando en la milonga toca una orquesta o grupo no salgan a bailar hasta que se invite a hacerlo. Si no pueden refrenar sus ansias, esperen al menos un par de temas antes de salir a la pista. Bailar con orquesta en vivo es hermoso, y en muestra de aprecio a eso, hay que tener la cortesía de brindarles su momento de protagonismo a los músicos. Cuando hay gente bailando, la atención se suele desviar hacia otro lado (salvo que sea una orquesta como “Los Reyes del Tango” que tienen mas presencia escénica que los Rolling Stones).

sábado, 2 de agosto de 2008

El cabeceo

Articulo publicado por tanguillo en www.tangoscopio.com y reproducido con su autorización. El articulo se publico en dos entregas que pongo juntas.

Agradezco publicamente la colaboración del autor para su publicación. Y dado que hay cosas interesantes, no creo que sea el último.


Codigos Milongueros: El Cabeceo

El Cabeceo I
Publicado el 21 de Mayo del 2007

La milonga posee, como otros ámbitos, sus reglas tácitas y un lenguaje característico. Una de sus expresiones mas propias (por lo menos en Buenos Aires) es el “cabeceo”

Definición
El cabeceo es un ligero movimiento con la cabeza, que realiza el hombre mirando a la mujer, generalmente a la distancia (hacerlo estando a la par de la mujer es síntoma de dificultades en la comunicación verbal) para invitarla a ir con el a la pista (a bailar, se entiende).

Este movimiento reemplaza en el varón a acción de ir hacia donde está la mujer, poniendo su mejor cara de canchero (y experto bailarín), y decir alguna frase, que puede ir desde “¿Bailás?” Hasta “Hola… disculpe mi atrevimiento… la vi desde el otro extremo, baila muy lindo, y bueno, ehhh, quería saber si quizás, tal vez, no se, si no está cansada, quisiera ir a la pista a bailar, claro, si no la molesto y no es mucho pedir”o alguna proposición menos afortunada.

Ventajas:
Una de las ventajas del cabeceo, para ambos sexos, es que permite que esa comunicación entre el hombre que realiza el cabeceo (podríamos llamarle “el cabeceador”) y la mujer que recibe la invitación (a quien podríamos llamarle “la cabeceada”, pero quedaría feito), sea, en general, solo advertida por ellos, a menos que sea exitosa, en cuyo caso saldrán a la pista. Por eso, como sabe cualquiera que suela ir a las milongas, es muy común estar sentado con alguien, quizás incluso manteniendo una conversación, y que de repente el/ella se levante de improviso, para ir a encontrarse con otra persona a la pista. Y el que se quedó sentado, no se enteró de nada hasta que la otra persona está bailando. Algo muy molesto para los celosos.

¿Es machista?
Una de las cosas que noté entre mujeres que no frecuentan milongas donde se use el cabeceo, es que a ellas les parece una manera poca galante, y hasta machista y chocante de invitar a una mujer a bailar. Lo que a ellas les gusta, es que un hombre se acerque hasta su asiento y les pida que le concedan una tanda. Y si ofrecen su mano a la mujer, mejor. Parece bastante lógico ¿no? Del tipo de cosas que a una chica le gusta. Y si ella dice que no, y bueh, sos hombre, bancátela, pero nada de esas mariconadas de invitar a la distancia sin que nadie te vea.

Sin embargo, hablando con asiduas milongueras, de las que van a bailar todas las noche, me enteré que su opinión es diferente. De hecho, es la contraria. Para ellas, el cabeceo es netamente feminista.

¿Cual es su explicación?

¿El “cabeceo” es feminista?
Hay algo que es un hecho: A menos que haya un problema personal con alguna persona en especial (o con todo el género masculino en general) a las mujeres no le gusta tener que decir que no cuando las sacan a bailar. De tener opción, diría que siempre prefieren evitar la incomodidad del momento. Eso es exactamente lo que les proporciona el cabeceo. Si alguien las cabecea, y ellas por algún motivo no quieren salir a bailar con el, simplemente se hacen las distraídas, las que no vieron, y de allí en mas evitaran contacto visual con esa persona.

En cambio, un hombre que se para en frente de ellas y les pide salir a bailar, las pone sin duda en un compromiso. Siempre tienen la opción de decir que no, pero por múltiples razones esto puede ser desagradable: quizá la otra persona no es buen bailarín pero les cae bien, o no quiere hacerlo sentir mal o hubiera preferido bailar en otro momento. Tal vez el decirle que no, desaliente a otros posibles bailarines a invitarla (o lo que es peor que, que por espíritu de cuerpo los otros hombres boicoteen a esa bailarina), tal vez simplemente ella no puede decir que no. Por diferentes motivos, hasta puede ser molesto que un varón se acerque a la mesa y pida bailar, cuando podría haber cabeceado. Y no estoy exagerando. He estado con milongueras, que cuando un hombre hizo esto, aceptaron el baile, pero advirtieron “Acepto ahora, pero la próxima vez, preferiría que cabecees”. ( Y no, no la chica en cuestión no es nada desagradable, todo lo contrario, pero eso si, es una milonguera muy requerida, y por eso se da el lujo de poner el punto sobre las ies)

¿En que quedamos?
En mi opinión, las ventajas del cabeceo son mayores que las desventajas, para ambos sexos. A pesar de que probablemente le quite lo galante a la invitación al baile, permite en cambio que se invite mucho mas, y que en caso de una negativa, ninguno de los bailarines quede en evidencia.


El Cabeceo II
Publicado el 02 de Junio del 2007

Situación Actual:
El cabeceo sigue siendo muy usado en las milongas de Buenos Aires, especialmente en las mas tradicionales. Sin embargo, en algunas milongas, se usa menos. Esto se puede deber a muchos factores: la ubicación de la pista y las mesas, que hace que sea difícil verse entre quienes están sin bailar, luces bajas o simplemente, otra forma de manejarse en la milonga. “La viruta” y “La catedral del Tango” son buenos ejemplos en todos estos aspectos. Pero incluso en estos lugares no deja de usarse el cabeceo.

Fuera de Buenos Aires es bastante menos utilizado. Por un lado, está el desconocimiento de este código, tanto en hombre como en mujeres. Por otro, el cabeceo se usa menos cuando uno tiene cierta confianza con la otra persona, o por lo menos la seguridad que va salir a bailar. Y dado que fuera de Buenos Aires, la gran mayoría de las ciudades tienen un circuito tanguero bastante más reducido, en la cual se conocen la mayoría de sus integrantes, no llama la atención que se acostumbre ir a invitar a la mesa.

Situación Futura:
Ni idea. No tengo respuesta para todo. De hecho, no se porque me puse a hablar de eso. Pero veamos: Por un lado esta claro que muchos códigos de la milonga se están dejando de usar. Por otro, lo que no creo que cambie, es que a los milongueros/as les gusta elegir con quien bailar. Y por eso, van a seguir diciendo que no. Y tampoco va a cambiar el hecho de que a la mayoría no les gusta el rechazo (con excepción de algún masoquista), y menos a la vista de todos, así que la cosa esta equilibrada: Los códigos se usan menos, pero este en particular se necesita.


Sugerencias prácticas para “Cabeceadores” y “Cabeceadas” (uy, que feo suena)

Para ambos:

Cuestión de Timming: La primera sugerencia es la más lógica y obvia, aunque no siempre sea tomada en cuenta: Es fundamental el lugar en donde se sientan en la milonga, sobre todo para las mujeres. Los hombres pueden incluso estar caminando e invitar al pasar a alguien, pero será muy raro que alguien invite a una mujer que está caminando o que no está sentada. Y si está sentada donde no la ve nadie, va a ser complicado para ella que los bailarines la saquen a bailar. Por lo tanto, es recomendable llegar temprano para tener más opciones donde sentarse (o mejor, reservar mesa).

Analizando el terreno: La pregunta obvia sería ¿Cual es el mejor lugar? Por lógica es aquel desde donde se ve a la mayor cantidad de gente. Y eso depende mucho del espacio físico y organización de la milonga. Generalmente es cerca de la pista, pero no preferentemente no de frente a ella si no de costado. Naturalmente, esos lugares son generalmente los que primero se ocupan. Otros buenos sitios serían los que están a la par de un pasillo por el donde circula la gente.

Hacete amigo/a: En algunas milongas suele haber un lugar en donde se sientan los mejores bailarines, o por lo menos los concurrentes mas asiduos. Si te das cuenta cual es, nada mejor que estar cerca de ellos.


Para vos, milonguera

Chau timidez: Como escribió “La Tanguera” en un comentario, a muchas mujeres les cuesta el hecho de tener que buscar la mirada de los hombres, para que estos tengan oportunidad de invitarla a la pista ( como también les cuesta a muchos hombres buscar los ojos de las mujeres).
Sin embargo, es un hecho que mientras más se cruce tu mirada con la de los bailarines, mas oportunidades hay de salir a bailar. Sobre eso no necesito hablar demasiado, las mujeres saben más que los hombres del poder de la mirada. Pueden lograr, por ejemplo, que un bailarín que normalmente no las hubiera sacado a bailar (tal vez por tímido, tal vez por arrogante o por algún otro motivo), las cabecee. Dependerá de la forma que lo miren, quizás esbozando una sonrisa para darle ánimos. He visto incluso a chicas mirar a un bailarín con una seductora y levantar como en un brindis una copa… si con eso no tienen éxito, pueden renunciar a la esperanza de bailar con el esa noche. Claro que esta última es una estrategia con tintes extremos, cada mujer sabe hasta donde quiere (o se anima) a llegar.

Si le vas a dar el si: En caso de que aceptés (salir a la pista, se entiende), bastará con que asientás levemente y caminés hacia la pista, y lo esperés. El tiene que ir a vos. Independientemente de quien sea el bailarín, es preferible que evités, expresiones de resignación (”y bueh, si no queda otra”) o exabruptos de alegría como saltar y gritar.

Si lo vas a tachar: Si el bailarín no te convence, o por alguna razón no querés bailar, en general bastará con hacer como que nunca viste nada, seguir con la mirada para otro lado y claro, nunca más volver a mirar a hacia donde te cabecearon, para evitar que se repita (a menos que eso sea lo que quierás, claro). De todos modos, a veces esto no funcionará, porque, como apuntó una lectora de este blog, al ignorar al que cabecea solo lograrás que este se pare, y viniendo a la mesa diga algo como “¡Hace una hora que te cabeceo! ¿No me vés?”. Con estos vas a tener que ser mas directa en tu negativa (o capitular resignadamente).

Al rechazar la invitación, evitá poner cara de disgusto, o hacer gestos, como girar el dedo índice en la sien (”¿Estás loco?”), llevarte el pulgar a la boca como en el acto de beber algo (”¿Estás borracho/en pedo?”), o levantar la mano con la palma hacia arriba con el dedo medio extendido (sin traducción), ya que no suele ser bien recibido por quien invitó a bailar.


Para vos, milonguero

Elegir el momento adecuado: Si la chica que tenés ganas de sacar a bailar, estuvo bailando endiabladamente milonga en la tanda anterior, quizá debás esperar a que descanse. Observa la situación para que al cabecear no queden dudas de que lo estás haciendo. Es decir, evitá cabecear por entre medio de la gente, o cuando no estás seguro que ella te está mirando. No es nada agradable estar en la duda si ella no aceptó el baile, o no te vió. Y como apuntó bien Tina, en su blog respondiendo a mi artículo anterior: si una mujer se está levantando, no la cabecees ni te acerqués a invitarla a bailar. Probablemente ya la sacaron y está yendo a la pista.

No estás cabeceando un centro: No hace falta que exagerés con el movimiento de la cabeza, no vaya a ser cosa que te jodás el cuello. Pero tampoco seas demasiado sutil, que la haga dudar si la invitaste o fue un tic nervioso. En realidad, por lo general, tu cara es la que le muestra que la estás invitando, así que no esta mal que sonrías (pero intentá que no se te caiga la baba por la comisura de la boca). Si está lejos, o dudas de su capacidad visual, considerá usar las manos para ayudarte. Pero no como un barita dirigiendo el tránsito, si no más bien un pequeño gesto con el índice señalando la pista.

Precisión y punteria: ¡Mucho cuidado con cabecear desde lejos, especialmente a dos mujeres juntas! Si por casualidad ambas pensaron que el cabeceo estaba destinado a ellas, y se levantaron, resignate: no hay forma de que quedés bien con ambas. Vas a tener que elegir, y la que se quede sentada no va a estar nada contenta, aunque no sea tu culpa. (Nota: he visto propiciar esa situación para dejar mal parada a una chica ¡Vos no seás tan patético!)

Esas son las sugerencias que tengo por ahora. Si a alguien se le ocurre alguna más, su aporte será bienvenido.